Tu hijo se va de campamento a Escocia. A él le toca encargarse de la mochila. A ti te toca todo lo demás. ¡Vaya montaña de papeleo necesita el niño! Y todo en inglés, claro. El problema es que llevas un tiempo sin practicar tu inglés y los responsables del campamento son muy estrictos con la documentación. Te toca encargar la traducción a alguien, pero... ¿A quién?

 

Existen varias opciones dentro del mundo de la traducción. Las tres más importantes son:

 

 

Antes de nada, es importante recalcar que no hay una opción mejor. Las tres son buenas opciones. Lo demás depende de las circunstancias. Hoy nos centraremos en los primeros, los traductores autónomos, y explicaremos sus ventajas e inconvenientes:

 

Traductor freelance (autónomo)

 

Los traductores freelance trabajan por su cuenta como autónomos. Son verdaderos currantes que, además de traducir, deben preocuparse de buscar clientes, mantener una imagen de marca y abrirse paso en un mercado muy competitivo. Eso por no hablar de las dificultades habituales a las que se enfrentan todos los trabajadores autónomos (horarios de locura, tasas prohibitivas, inseguridad laboral).

 

Desde tu punto de vista como cliente, la principal ventaja de un traductor freelance que trabaja por cuenta propia suele ser la tarifa. Pueden estar más abiertos a negociar, especialmente si se trata de un cliente nuevo. Al ser una sola persona la que se encarga de traducir el texto, los costes suelen ser más reducidos.

 

Eso sí, al haber un solo lingüista implicado en el proceso de traducción, puede que pagues menos, pero también recibes un servicio más reducido, ya que no habrá revisor, relector, maquetador, etc. Para recibir un servicio óptimo, se considera que debe haber al menos una segunda persona que revise el texto traducido. Puede que el traductor freelance te ofrezca ciertos servicios adicionales cobrando un poco más. En ocasiones, incluso prestan el servicio de revisión subcontratando a otro lingüista. Pero, de no ser así, tendrás que buscar a un revisor por tu cuenta o conformarte con el texto sin revisar, lo cual en algunos casos es algo arriesgado.

 

Si bien los traductores autónomos son conocidos en el mundillo por ser unos trabajadores incansables, tienen sus limitaciones como todo ser humano. Ni pueden traducir a todos los idiomas, ni se especializan en todos los campos, ni sus días tienen 45 horas. Es decir, que no pueden aceptar cualquier tipo de proyecto ni tienen una disponibilidad absoluta.

 

Contratar a un traductor freelance es la elección adecuada si conoces a alguien de confianza y que encaja con el perfil que buscas. Si normalmente traduces el mismo tipo de documentos al mismo idioma y cuentas con unos plazos razonables, es la opción más económica y cómoda.

 

El próximo día hablaremos sobre las agencias de traducción y acabaremos con nuestra experiencia como empresa de traducción. Puedes seguirnos en Twitter, Facebook o nuestra página web para enterarte de todo. ¡Nos leemos!